El mundo está pasando por cambios históricos. La situación de Estados Unidos -que ya se ha expandido a varias partes del globo- evidencia que si se potencia una pequeña llama de descontento, esta puede llevar a la población no solo a cuestionar todo un sistema, sino a exigir que este cambie por completo.

Nuestro país tampoco es ajeno a esto. La revuelta que comenzó en octubre del año pasado y su consigna demostraron que el pueblo chileno no estaba contento con el sistema impuesto y, de manera inédita, lograron juntar a millones de personas en las calles exigiendo dignidad. La cultura chilena, debido a eso, cambió para siempre.

El cine como reflejo

El arte siempre ha sido una forma de expresión de la realidad de quien la hace y, en muchos casos, este trasciende la pantalla y se inserta en la memoria colectiva. Es normal ver graffitis o stickers del símbolo de la Resistencia de Star Wars en las paredes de Santiago o ver personas usando la máscara del personaje principal de V de Vendetta.

Existe una conexión entre el cine y la rebelión que no se puede ignorar. Algunas veces, el cine sirve como espejo. La revuelta de octubre en Chile aún no ha sido representada en el cine y quizás no lo sea en un buen tiempo. Pero hechos históricos a nivel mundial si han sido presentados en el cine.

Selma de Ava Duvernay documenta un período fundamental en la historia de los derechos civiles en Estados Unidos, con la población afroamericana liderando manifestaciones para exigir derecho a voto. BlackKklasman del famoso director estadounidense Spike Lee es una película biográfica de un detective infiltrándose en el Ku Klux Klan.

Otras veces, el cine sirve como alguien que enseña. Películas sobre rebelión hay muchas. En Los juegos del hambre, Katniss Everdeen es el ejemplo físico de un fuego provocado por el descontento. Katniss, a lo largo de la trilogía, es conocida como “la chica en llamas” por sus vestidos que se transformaban en fuego, pero además porque se convirtió en la chispa que encendió la revuelta en Panem.

En Star Wars, la misma analogía es usada por Poe Dameron. En Los últimos Jedi, el piloto de la resistencia dice: «Somos la chispa que encenderá el fuego que acabará con la Primera Orden». La saga de Star Wars siempre ha sido sobre pelear contra un sistema malvado; primero los Sith, luego el Imperio y después la Primera Orden. Y todas las películas tienen un factor en común: el mal se derrota solamente con la unión de los pueblos.

La película Bichos de Pixar representa a las hormigas como la clase trabajadora y a los saltamontes como los explotadores. No es hasta que Flik actúa como un detonador que las hormigas se dan cuenta que son mayoría, y que son ellas mismas quienes crean la riqueza, que se rebelan y logran salir de aquel ciclo de opresión.

En Snowpiercer, la cinta del director ganador del Óscar Bong Joon-ho, la rebelión comienza desde el grupo más empobrecido que, en unidad, logran salir del último vagón de un tren fuertemente segregado por clases sociales. En Children of Men, del director Alfonso Cuarón, un grupo de rebeldes busca salvar a una niña embarazada en una sociedad donde reina la infertilidad.

Podríamos nombrar muchas otras analogías. En Mad Max: Fury Road, Furiosa viaja a buscar un lugar nuevo para subsistir, pero se da cuenta que solo puede encontrar uno liberando a las personas de la Ciudadela. En la trilogía Matrix, Neo tiene que despertar para liberar al mundo de la mentira en la que vivían. En Joker, la imagen de un hombre con una enfermedad mental ridiculizado en televisión hizo que la Ciudad Gótica saliera a protestar.

Otras veces, el espectador toma elementos del cine y los hace suyos. En Santiago muchos protestantes se vistieron de la versión Joker de Joaquin Phoenix, cuyo estreno coincidió con el mes que inició la revuelta. Star Wars también sirvió como inspiración para varios manifestantes, como así también V de Vendetta.

Es innegable que el cine es un arma potente y que, si logra razonar con su público, es capaz de convertirse en un elemento importante de la cultura e incluso influir en ella. En periodos de revuelta y conciencia social, el arte siempre resalta como un eje importante, y por ello no debe ser ignorado ni subestimado.

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