“Luz de mi vida” es un film poco convencional. Films cuyo escenario es la naturaleza hay muchos, de relación padre-hija también, y post-apocalípticos llueven todos los años. Sin embargo la combinación de estos tres elementos en este caso particular da como resultado una película cargada de emoción y marcada por la gran actuación de Casey Affleck y Ana Pniowsky. Su estreno en nuestro país está fijado para el 10 de octubre.

La premisa es simple, pero son las repercusiones de ésta las que dotan a esta película de peso argumental. Luego del surgimiento de una extraña peste, en el planeta ya no existen mujeres excepto Rag, una niña de 10 años inmune al virus. Luego del fallecimiento de su madre cuando ella era apenas un bebé, su padre (Casey Affleck) la aísla de lo que queda del mundo para protegerla.

El ritmo de “Luz de mi vida” no es contínuo, es a ratos muy lenta pero emotiva, mientras que en otros acelera a fondo y se torna muy cruda. La calma viene generalmente en pasajes del relato donde nuestros protagonistas pasan tiempo entre ellos, a solas y con la naturaleza como su hogar. Es en momentos así donde aflora lo más destacable del film, lo capaces que son Affleck y Pniowsky de convencernos que realmente son padre e hija. El puntapié inicial de la película es una larga conversación entre ambos, la cual ayuda a consolidar dicha idea.

El trabajo de dirección y de fotografía es de muy buena calidad. A pesar de la larga lista de graves acusaciones en su contra, en lo que a su carrera profesional respecta Casey Affleck ha demostrado ser no sólo un buen actor, sino que además un buen director y escritor. Si esta película es tan “de él” como se plantea, decir que el resultado es “sólo una buena película” sería restarle mérito. “Luz de mi vida” posee un trabajo de cámara bien pensado, el cual ayuda a darle naturalidad a la película (o hacerla más orgánica, si se quiere), dando a entender que lo importante aquí no es el movimiento de cámara, sino como vemos a los personajes interactuar con su entorno a través de ella.

Un elemento negativo de esta película, son algunos cabos sueltos en términos de trama. Aparecen personajes cuya presencia tiene un propósito, sabemos quiénes son; mientras que en otros momentos se da espacio a personajes desconocidos, que son utilizados con el único fin de generar tensión o producir una “escena de acción”. Si bien lo que motiva dichas escenas no está bien trabajado, lo que entendemos como coreografía termina siendo muy realista. Los protagonistas no son Wolverine y Laura: se defienden cómo se defendería cualquier persona común y corriente, sin mucho aspaviento y sólo por supervivencia.

Es muy probable que este film pase por las salas de cine sin causar mucha sensación. Yo recomiendo encarecidamente a quien lea esta reseña, que se de el tiempo de ir a verla si anda con ganas de disfrutar una película distinta. Es una producción que se desmarca de los grandes éxitos de taquilla, y que busca apelar a aquellos sentimientos que nos definen como seres humanos/as, como son el amor fraterno y la búsqueda de protección de quienes queremos. En resumen, “Luz de mi vida” le da aire fresco a esta temporada, es sumamente disfrutable, y posee una historia fácil de entender y profundamente emotiva.

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