Hace un par de días escribí la reseña a uno de mis libros favoritos de agosto, «La palabra más sexy es sí» que es algo que dije unas cuantas veces,  es una lectura sumamente interesante y necesaria de leer, y ojo, pese a que el libro es muy feminista, es un libro que TODOS y digo TODOS deberían leer.

Este libro, me abrió mucho los ojos en múltiples temas en lo que yo concebía en género, porque pese a saber algo, siempre me estoy deconstruyendo y aprendiendo más al respecto. Y quiero poder hablar más al respecto porque si es un tema la cultura de la violación y que está más invisible y normalizado de lo que uno percibe.

La autora por ejemplo señala lo siguiente:

«El consentimiento nos aporta una clara definición de violación: la violación es el sexo o la práctica sexual que se lleva a cabo sin ser consentido con entusiasmo y voluntariamente por parte de una persona. Aún más simple, el sexo no consentido es violación. La coacción o quitarle a alguien la libertad para dar consentimiento a una práctica sexual es violación» – Shaina Joy Machlus 

El libro da cifras de la Organización mundial de la Salud que no son para nada alentadoras como que una de cada tres mujeres experimentará violencia sexual por parte de su pareja o violencia sexual por alguien que no sea su pareja, y que pese a que hay muchas denuncias que se dan son muchas más las que no llegan, esto se debe a que, lamentablemente en la mayoría de los casos no se cree a las víctimas. Y esto es porque,  la violación es ya  prácticamente una cultura es algo que tenemos absolutamente normalizada, está arraigada a nuestra cultura y lo hemos visto en diferentes series, películas, chistes e incluso canciones. Sí, canciones, como de la que les voy a hablar en este momento.

 

Les cuento: 

Contexto: año 2013, el feminismo moderno era algo que estaba sumamente en pañales, pero ya estabamos dandonos cuenta de que algo no estaba bien, y de la nada, el mundo es tomado por sorpresa por una canción llamada Blurred lines (líneas difusas) de un cantante llamado Robin Thicke.  Dicha canción fue producida por T.I y Pharrell quienes son de los productores más poderosos de los años 2000 y han definido mucho el estilo musical de esta época. Digamos que «crearon» de nuevo a Justin Timberlake, con eso les digo todo.

Pero vamos al grano. La canción tomó al mundo por sorpresa y por supuesto la canción musicalmente hablando no es mala, es divertida, tiene este ritmo funky y es muy parecida a Gotta Give Up de Marvin Gaye (que le trajo muchos problemas posteriormente) pero, fue todo un hit, superando a Get Lucky de Daft Punk.

Y pese a que mucha gente lo disfrutaba, no pude evitar en analizar las letras (y posteriormente el video) y me hizo sentir sumamente incómoda además de asqueada.

Básicamente la letra habla acerca de que Robin y sus amigos tratan de ir a un club y ven una chica que puede que esté o no interesada en él, le dicen que una oportunidad así no la pueden dejar pasar y  le dicen que saben que ella quiere tener relaciones con él por mucho que le diga que no, porque al parecer (según su perspectiva) las líneas de su consentimiento están…. «difusas»

And that’s why I’m gon’ take a good girl
I know you want it
I know you want it
(Por eso es que me voy a llevar a una chica buena, sé que lo quieres, sé que lo quieres)

La canción se pone peor, y de hecho si la contrastamos con una canción que es directamente desde el punto de vista de un violador, no es muy alejado el mensaje.

Verdaderamente, las palabras de un poeta. Ni Arjona se atreve a tanto.

 

En su momento de manera muy somera, se criticó el video y la canción y el cantante ante las acusaciones de machismo dijo que eso era ridículo. ¿Lo era realmente?

El mundo cambia, afortunadamente.  

Un año después, la BBC estrenó un documental llamado «Blurred Lines: The new battle of sexes» justamente explorando lo que es la  cultura de la violación. De cómo se usa a la mujer con bromas acerca de su sexualidad. Un año después un visionario director australiano saca una película en que hay una pared gigante que reza: «WE’RE NOT THINGS» «NO SOMOS COSAS» y la visión de este mundo y este mensaje es algo que George Miller tiene en sus entrañas desde 1999 que le llevó años perfeccionar. De hecho, le pasó el puesto de montajista a su esposa porque sabía que ella podría hacerlo mucho mejor que él.

Y el resto es historia, Furiosa, y otras heroínas nos han demostrado que somos más que caras bonitas. Furiosa no es un personaje icónico solo por que lo interpretó Charlize Theron, fue porque es un personaje que busca redención salvando a las otras esposas y que obtiene lo que ella ansiaba.

Durante 2014 en Chile se emitió «¿Qué culpa tiene Fatmagul?» una teleserie que explícitamente muestra como una mujer es abusada por 3 hombres y muestra su camino de redención consigo misma y sus ganas de justicia, y como será de intensa que fue que años más adelante Mega haría una teleserie basada en Fatmagul, además de emitirla nuevamente en la actualidad.

Beren Saat, la intérprete de Fatmagul comentó que realizó esa teleserie justamente para hablar abiertamente del tema. Porque lo consideraba necesario teniendo en cuenta que Turquía posee uno de los regímenes más machistas hasta la fecha.

Comenzamos a hablar del #MeToo, las mujeres salieron a marchar gritando cada vez más fuerte que NO SIGNIFICA NO.

Y saco esto justamente porque, al leer el libro no pude evitar volver a reflexionar sobre estos temas. Porque aún hay mucho que podemos hacer.

Regresando al libro, son muchos los flancos en que debemos luchar contra esta cultura de la violación y entonces, ¿cómo hacerlo? No se trata solo de condenar cuando ocurra una violación, sino de erradicarla, y tomar responsabilidad porque no solo hiere esto a las mujeres sino también a los hombres, y por sobre todo, darse su consentimiento a que también a veces pueden decir que no. Debemos sentirnos libres, sí, pero también respetando las libertades de los otros, sino, ¿de qué nos sirve la libertad?

Para construir un mundo en que ya podamos caminar libres sin miedo, lo mejor es respetarnos y creer en los otros testimonios, callar y acompañar, aprender lo más que se pueda para crear un mundo empático con los que nos rodean, como señala este libro, hay muchas otras maneras más, por supuesto, pero estamos aún a tiempo de dar un paso  para finalmente  lograr que la cultura del consentimiento finalmente se instale más que nunca entre nosotros.

 

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