Sinopsis

Es julio de 1996 en Estados Unidos, y la ciudad de Atlanta recibe la gran oportunidad de ser anfitriona de los Juegos Olímpicos de Verano. En medio de un show musical en el Centennial Park, el guardia de seguridad Richard Jewell descubre una bomba debajo de una de las antenas de transmisión. Pese al descubrimiento, la bomba explota cobrando la vida de dos personas e hiriendo a más de 100. Jewell, quien en un principio fue tratado mediáticamente como héroe, pasará a ser el primer sospechoso del ataque terrorista. Esta es la premisa de “El caso de Richard Jewell”, la última producción de Clint Eastwood. Basada en el artículo de 1997 American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell de Vanity Fair, se estrena en Chile este 2 de enero.

Reseña

Las temáticas de las películas de Clint Eastwood son similares entre sí. El afamado actor y director nunca ha escatimado en dar a conocer sus percepciones políticas, y de una u otra forma siempre apela a ellas en cada película que dirige. Generalmente son políticamente relevantes; él busca retratar en ellas temas políticos actuales y rescatar lo que conocemos como “valores americanos”: la libertad, el patriotismo, etc. “El caso de Richard Jewell” no es la excepción.

Cuesta mucho hilvanar una interpretación de este film sin compararlo con películas como “Sully” o “American Sniper”, por nombrar algunas. Uno espera dramas potentes, cargados de emoción, violentos en muchos aspectos, cuando se sabe que la película es dirigida por Eastwood. Y lamentablemente, este no es el caso. “Richard Jewell” resulta siendo un drama algo forzado, donde las decisiones de sus personajes parecen no tener demasiada relevancia. Punto aparte, eso sí, lo que refiere a las actuaciones. Paul Walter Hauser (en el protagónico), Jon Hamm, Sam Rockwell y Olivia Wilde se lucen en sus papeles. Ellos sostienen la película.

Desde un punto de vista técnico y de dirección, más allá del guión y del relato mismo, esta debe ser la película mejor dirigida de Clint Eastwood en los últimos años. Pero ojo, eso no significa que sea la mejor. Está lejos de serlo. Aquí hay especial cuidado de los detalles de la época, y también en la elección del elenco. El acercamiento a los hechos desde un punto de vista histórico, a través del trabajo de dirección, funciona bien.

Más allá de lo poco intenso que resulta a ratos, la cronología del relato está bien presentada y resulta atractiva desde un punto de vista periodístico e investigativo. Cómo Jewell enfrenta las acusaciones en su contra, como algunos hechos apuntan a su culpabilidad y otros a su inocencia. En este sentido la película cumple con la misión de dar a entender lo angustiante que es ser acusado de algo como un atentado terrorista. Esto se lo podemos adjudicar al trabajo de dirección, y a la tremenda actuación de Paul Walter Hauser como Richard Jewell.

Si bien la película dura alrededor de dos horas y media, y obviando algunos detalles, no se hace tediosa. No es una gran, gran película, pero es amena. Tiene buenas escenas de humor, casi siempre de la mano de Watson Bryant, interpretado por Sam Rockwell, abogado de y buen amigo de Jewell. El gran problema de la película, y lo que personalmente fue decepcionante, es que se dedica a avanzar hacia un clímax que no aparece nunca. El momento en el que se define si Richard Jewell es inocente o no debió ser gratificante, con significado, y no lo fue. Es por eso que el concepto de redención que destaca a lo largo de la película termina no siendo tal. El film trabaja bien la historia en su propia línea de tiempo, pero la hace decaer en un momento crucial. Este falso clímax y el final del relato llegan y se van en un parpadeo.

El caso de Richard Jewell” intenta ser muchas cosas y, en resumidas cuentas, logra pocas. Apela a lo que otras producciones de Clint Eastwood han logrado, pero se queda corta. A pesar de contar con un buen trabajo de dirección y muy buenas actuaciones, termina sintiéndose como una historia carente de intensidad y emocionalidad propias del caso que la inspiró. Faltó mucho de aquello. Sin embargo, si disfrutas el trabajo de Eastwood como director, es una película que vale la pena ver. Gusta a ratos, pero lamentablemente no es para todos.

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