Hace doce años, Suzanne Collins escribió Los Juegos del Hambre. Ambientado en la nación distópica de Panem, donde el país estaba dividido en doce distritos que alimentaban y servían al “Capitolio”, este libro añadió al género de literatura juvenil una historia sobre clases sociales y rebelión al sistema, con un enfoque romántico en segundo plano.

La premisa era simple pero chocante en lo sádica: castigados por haberse rebelado ante el Capitolio, los distritos debían enviar cada año a dos jóvenes -un hombre y una mujer- a pelear en una arena hasta que solo quedara un sobreviviente. El evento, televisado para todo Panem, significaba una enseñanza de que todo acto de rebeldía tiene castigo; para los ciudadanos del Capitolio, simple entretención.

En la edición número 74 de los Juegos, Primrose Everdeen es elegida para representar al Distrito doce. Su hermana, Katniss, voluntariamente toma su lugar como tributo y así se embarca en lo que califica como una misión suicida. Fue ese primer acto de rebelión -no dejar que el Capitolio se llevara a su inocente hermana- que desató una serie de eventos que logran convertir a Katniss en una esperanza para los distritos de Panem, y una peligrosa amenaza para el Capitolio.

Los libros siguieron y Collins completó su trilogía. En 2012, Los juegos del hambre fueron adaptados a la pantalla grande. Jennifer Lawrence encarnó a Katniss Everdeen en un rol que -junto a Mystique de las películas de X-Men- marcaría su carrera para siempre. La ganadora del Óscar interpretó a una Katniss que salvo algunas diferencias físicas, era calcada de las páginas de Suzanne Collins. A ella se le unieron Josh Hutcherson como Peeta Mellark y Liam Hemsworth como Gale Hawthorne, ambos eternos enamorados de Katniss.

Ahora, habiendo pasado casi una década del estreno de Los juegos del hambre se preguntarán porqué la recomiendo. Varias razones. Esta trilogía es uno de los últimos grandes éxitos de la literatura juvenil adaptada al cine. Después de LJDH hubo varios intentos de adaptación de libros de este género, algunos con más éxito que otros: a The Maze Runner le fue bien, pero nunca llegó a tener un mayor impacto cultural; la saga Divergente, por otro lado, fue un fracaso.


No solo es destacable que LJDH haya logrado mantener la atención de espectadores de todos lados del mundo por cuatro años, también lo es el hecho que dejó una marca en la cultura pop para siempre. El saludo que Katniss le dedicó a Rue luego de su muerte -dedo pulgar sobre el meñique, llevarse los tres dedos restantes a los labios y luego apuntarlos a quien se le quiere mostrar respeto- repercutió a todo Panem, e incluso atravesó la pantalla. El gesto era rebelde en su naturaleza: para el Capitolio, la gente de los distritos no significaban nada y así tampoco sus muertes, pero Katniss se rehusó a ser parte de ese juego. En 2014, en una protesta antigubernamental en Tailandia, distintos protestantes adoptaron este símbolo y muchos fueron arrestado por ello.

En tiempos donde nuestro mismo país se encuentra viviendo una revuelta, es interesante analizar el mensaje de Los juegos del hambre. La importancia de Katniss como símbolo y como “Sinsajo” fue tanta que acabó con 76 años de la tiranía impuesta por el presidente de Panem, Corolanius Snow. La clara división de clases presente en Panem es una que podemos ver reflejada en la vida real, no solo por la diferencia en ingresos de unos con otros, sino que también por la clara intención de mantener a dichas clases incomunicadas entre ellas y, por ende, siempre en disputa. Es Katniss Everdeen y la idea que ella representa lo que logra unir a Panem, y, en consecuencia, liberarla de sus cadenas.

Sin duda, Katniss Everdeen es uno de los personajes femeninos más relevantes del cine del siglo XXI. Jennifer Lawrence la trae perfectamente a la vida en las cuatro películas: valiente, leal, genuina, independiente y rebelde como ella sola. Katniss no es una damisela en peligro, y a diferencia de muchas otras películas con protagonistas femeninas jóvenes, sus relaciones amorosas no definen todo su personaje. Aunque el triángulo amoroso de Katniss, Peeta y Gale es una parte importante de LJDH, Katniss nunca deja que el cariño por ninguno de los dos la desvíe de su papel como Sinsajo.

En resumen, Los juegos del hambre es un ejemplo perfecto de construcción de mundo y personajes que éxitosamente fueron adaptados a la pantalla grande, y estas películas no deberían ser obviadas por considerarse cintas para jóvenes. Su impacto cultural vive a casi una década del estreno de su primera película y sin duda seguirá haciéndolo en el futuro. Hágase un favor, abra Netflix y disfrute de Los juegos del hambre.

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