Sinopsis :

«Tras una tragedia familiar, el prodigio del kung fu Li Fong (Ben Wang) deja su hogar en Pekín y es obligado a mudarse a Nueva York con su madre. Li lucha por dejar atrás su pasado mientras intenta encajar con sus nuevos compañeros de clase y, aunque no quiere pelear, los problemas parecen encontrarlo en todas partes. Cuando un nuevo amigo necesita su ayuda, Li entra a una competencia de karate pero sus habilidades no son suficientes. El profesor de kung fu de Li, el Sr. Han (Jackie Chan), pide ayuda al Karate Kid original, Daniel LaRusso (Ralph Macchio), y Li aprende una nueva forma de pelear fusionando sus dos estilos en uno solo para competir en el más grande enfrentamiento de artes marciales.»

Reseña:

Karate Kid: Legends es la sexta entrega de la entrañable saga de artes marciales de los 80, protagonizada por Ben Wang, quien interpreta al personaje principal, junto a Ralph Macchio y Jackie Chan, que retoman sus icónicos papeles de Daniel-San y el Sr. Han para entrenar a una nueva generación en el arte del karate estilo Miyagi.

Debo comenzar esta reseña con una confesión: tengo una relación muy particular con esta saga. Aunque desde niño había escuchado hablar de Karate Kid, nunca había visto ni siquiera la primera película… hasta hace pocos días. Lo curioso es que, durante mi juventud, practiqué karate, lo que hace aún más irónica mi desconexión con esta historia.

Lo cierto es que nunca vi la original, no por falta de interés, sino porque nunca encontré una excusa para hacerlo. Karate Kid: Legends se convirtió en esa excusa. También sabía de la versión con Jackie Chan y Jaden Smith, pero nunca me atrajo. Me parecía absurdo que una película titulada Karate Kid tratara sobre un niño que aprendía kung-fu. A mis ojos inmaduros y tercos, eso era imperdonable.

La noche antes de ver esta nueva entrega, finalmente decidí saldar mi deuda y vi Karate Kid. Y debo decir que me encantó. Es un clásico por una razón: tiene una historia sólida, acción creativa e intensa, y, sobre todo, personajes entrañables.

A la mañana siguiente, estaba emocionado y ansioso por ver a Daniel-San en su rol de sensei y redescubrir este mundo. Karate Kid: Legends resultó ser una excelente película de legado. Rinde homenaje al pasado mientras transmite con respeto la antorcha a una nueva generación.

Como buena secuela de una saga longeva, el filme está lleno de detalles y referencias que harán sonreír a los fans más fieles, pero también funciona perfectamente como introducción para aquellos que, como yo, recién estamos descubriendo este universo. Un gran mérito de esto recae en el personaje de Li (Ben Wang), nuestra brújula emocional en la historia. El joven es carismático, gracioso, un excelente artista marcial y sostiene la narrativa con un conflicto que gira en torno al miedo: vencerlo, enfrentarlo y convivir con él. Esto conecta directamente con el espíritu de la película original, pero sin perder frescura ni originalidad.

Para Li, el kung-fu tiene un peso emocional marcado por el legado y la tragedia familiar: un fantasma con el que convive mientras se adapta a su nueva vida en Nueva York, donde conocerá nuevos amigos… y también peligrosos rivales.

En general, el elenco secundario también cumple muy bien. Mia (el interés amoroso) es valiente y encantadora sin resultar forzada. El padre de Mia, un exboxeador del bajo mundo, aporta sabiduría callejera y nuevas motivaciones para Li, quien descubrirá que el kung-fu, por sí solo, no será suficiente para sobrevivir.

Ahora, hablemos de las leyendas. La incorporación de Jackie Chan como el tío y maestro de Li se siente natural y le da espacio para brillar, tanto por su humor como por sus particulares formas de luchar. Algunas escenas parecen sacadas directamente de sus clásicos de los años 80, lo cual es un verdadero placer.

Ralph Macchio, como Daniel-San, tiene momentos realmente emotivos en los que homenajea al Sr. Miyagi, sus enseñanzas y su legado. Su dinámica con Chan, formando un dúo de maestros para preparar a Li para el Torneo de los Cinco Distritos, funciona muy bien. Porque sí, por supuesto que hay un torneo.

Amo los torneos en las películas de artes marciales, pero siento que este en particular se resolvió demasiado rápido. Me habría gustado ver más combates, con mayor variedad y desarrollo. Aquí es donde comienzan a aparecer algunos de los problemas de la película.

Uno de ellos es lo que llamo el «síndrome Marvel». Jackie Chan, en entrevistas pasadas, ha explicado la importancia de usar planos abiertos y sostenidos para permitir que el espectador vea con claridad los movimientos. Esa claridad es lo que hace que una pelea sea realmente satisfactoria. Sin embargo, en esta película se abusa de movimientos de cámara innecesarios y efectos de edición para acelerar ciertas tomas. El resultado: algunas escenas se vuelven confusas y frustrantes. Aunque, como mencioné antes, también hay momentos que evocan los clásicos del cine de artes marciales, así que puedo perdonarlo… en parte.

Otro punto débil es la construcción del antagonista. La rivalidad entre el «chico experto en karate pero despiadado» y el «alumno prometedor» se reduce a un cliché: el exnovio celoso. Comparten apenas un par de escenas antes de enfrentarse, y eso le resta peso emocional al conflicto final. Este es un problema común en las películas de homenaje: quieren mostrar a los personajes clásicos en acción y darles sus momentos brillantes, pero a veces descuidan el desarrollo de los nuevos. No arruina la experiencia, pero sí deja una sensación de que «faltó algo».

No me malinterpreten: adoro el fanservice tanto como cualquiera, pero me molesta cuando interfiere con la narrativa principal.

En resumen, Karate Kid: Legends es un homenaje sentido a sus predecesoras, lleno de momentos épicos y personajes nuevos que se ganan fácilmente el cariño del espectador. Tiene peleas bien coreografiadas y escenas memorables, aunque, en algunos momentos, no logra equilibrar con precisión el pasado y el presente.

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