«¿Te gustan los chocolates?»

Si hay algo que es representativo del invierno es tener licencia para comer chocolates, y vamos a reconocer que muchos de los que compramos cuando éramos niños no eran de la mejor calidad, pero eso no nos detuvo.

Voy a empezar por los chocolates Serrano, con su inconfundible aspecto y que se vendían a granel ¡A cinco pesos! De dudosa calidad, fueron la carne de cañón en escuelas de todas partes. Como dato, el nombre de estos chocolates era Verona, pero todos los conocíamos como chocolates de a $5 o de a $10.

También estaban los Sahne nuss, en un cómodo formato envuelto; si te salía algo de almendras en tan poco espacio era un premio.

El Capri era uno de los íconos de los rellenos en esos años y enemigo acérrimo del mencionado antes; frutilla, almendra, trufa, menta o el de frambuesa de chocolate blanco eran algunos de sus sabores y el formato individual tenía cuatro tabletas.

El Loly choc era una paleta pequeña de chocolate rellena con una especie de pasta de chocolate blanco o crema. Tenía un simpático envase y era muy rico, la lástima era que te duraba veinte segundos.

El Sapito era un ídem con base de crocante. Eso es todo; sin embargo, por alguna razón era muy cotizado y tenía un precio bastante accesible.

Un poco mas adelante salió un chocolate individual un poco más caro y que ahora probablemente no se podría vender por la facilidad con que la gente se espanta: BoK era una sensual boca de chocolate semi amargo y muy duro.

Mecano es una joya de Costa que consiste en una tuerca de chocolate rellena de manjar. Con el tiempo salieron otras variedades, y aún se puede encontrar en negocios del ramo.

Dos productos hicieron una idea similar al poner un valor agregado en el envase, creando un artículo coleccionable; el primero era el Safari, una tableta delgada con caricaturas de animales por parte de Calaf,  y el segundo por parte de la misma marca era uno que traía hermosos dibujos realistas de autos, incluyendo la marca y el año. Esta colección en particular se volvió un tesoro para los fans de los motorizados y es muy valorada al día de hoy.

Para terminar, los dos grandes de esa época y que eran incomprables en un kiosco; eran el que llegaba de regalo para un cumpleaños o que se tenía que compartir con toda la familia. Uno era Sahne nuss, y el otro el Trencito , ambos de de Hucke, el primero con almendras enteras y el segundo de suave chocolate de leche.

Con los años estos dos grandes se modernizaron, pasaron a usar el logo de Nestlé y tuvieron que enfrentar a muchas otras marcas, mientras que los emblemas con los que empecé este espacio aún pueden encontrarse en distribuidoras mayoristas. Aunque no sé si sea buena idea amenazar el buen recuerdo probándolos en el presente.

Hasta aquí esta nueva revisión de recuerdos de kiosco

¿Se les antoja alguno?

 

 

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