«¿Estamos comprando humo?»

Los avances tecnológicos son moneda tan habitual que la mayoría ni siquiera nos sorprende; ya esperamos que salga un nuevo teléfono, consola o dispositivo que supere al anterior, pero en el último tiempo ha aumentado la cantidad de servicios digitales que no tienen las mismas características que los físicos.

Quiero comenzar por algo que muchos usamos de diario, y me refiero a Google Drive. Este sistema no solo provee espacio de almacenamiento, sino que una serie de documentos que pueden ser compartidos y editados en línea. De momento tiene una versión gratuita y una plus; Apple, en tanto, tiene su nube de almacenamiento de datos que es gratuita y la posibilidad de pagar una suma mensual para ampliarlo. Estás comprando un dispositivo físico, pero que tiene su principal apoyo en algo que es intangible.

Los servicios de televisión como Apple, Netflix o la recién anunciada HBO Max han surgido como una buena alternativa a la televisión por cable, sucediéndola en muchos sentidos; sin embargo, lo que el usuario está pagando es la suscripción mensual a una conexión, no un producto específico, lo que si bien implica el beneficio de acceder a las películas o series que quieres ver, también incluye algo más.

Spotify es casi un calco de lo mencionado antes; con una versión de pago y otra gratuita con publicidad y menos características, ofrece un amplio catálogo de canciones gracias a acuerdos con casas discográficas.

En el mundo literario el surgimiento de los libros digitales abrió el mercado para que muchas personas pudieran acceder a libros que no llegaban a sus localidades, o que tenían un costo demasiado elevado en papel. En la actualidad incluso hay opción de pagar una suma adicional para tener acceso a un cierto número de páginas de una novela antes de su lanzamiento.

En los videojuegos pasamos de tener juegos con modo on-line a tener nuevas ediciones que solo funcionan con conexión a internet, es decir no tienen campaña; dependes exclusivamente de que el servidor no tenga problemas y que haya suficientes jugadores para algunos de los modos que no sean individuales. Cosas como esta no son raras en juegos gratuitos, pero resultan curiosas -por usar con elegancia el término- cuando estás pagando cincuenta dólares o más por algo que aunque traiga un disco, depende de la red. Epic gimes surgió como un «servicio» de soporte para desarrolladores, Google confirmó para este año su plataforma Stadia para jugar exclusivamente en streaming. Suma y sigue.

Tras esta recopilación es que quiero plantear el tema ¿Qué es lo que estamos comprando? Entiendo que la modernidad nos sirve a todos, y el océano de internet nos ha permitido acceder a contenido informativo, educativo y de entretención con facilidad y rapidez, pero cuando el método de acceso al producto se vuelve el producto, el sentido cambia y puede generar la obligación de adquirirlo por personas que piensen que no hay otra forma, o porque la empresa que lo ha creado decide quitarlo de sus opciones y realmente no hay otra forma.

Estás pagando la suscripción mensual a un servicio que te conecta con un listado de canales que, si bien te ofrecen un determinado material, no puede garantizar que seguirá ahí, ya que las condiciones del servicio -sí, esas que nunca leemos- establecen determinadas opciones de término. Tengo la prueba en que las populares series de Marvel The punisher o Jessica Jones, o la no tan popular Iron fist, fueron borradas de la historia porque la plataforma decidió terminar con su existencia y enfocarse en el material propio ¿Por qué? Porque Disney anunció para el año que viene Disney +, su propio servicio para transmitir sus productos, y puede o no puede que continuaciones de estas series. Esto significa que para una persona que contrató el primer servicio por estos productos, se verá en la obligación de migrar al segundo si quiere seguir viéndolo. O directamente puede quedarse sin ello.

Juegos recientes como el desastroso Fall out 76 necesitan una conexión constante a internet; esto quiere decir que estarás pagando por el juego al momento de comprarlo, pero si fracasa y se cierran los servidores, o el nivel de popularidad baja como en el caso del decepcionante Anthem, una persona por sí sola no podrá hacer nada al conectarse, porque muchos juegos on-line se basan en el multijugador cooperativo o el battle royale.

¿Qué pasa cuando se cierra el servidor de un videojuego? Los jugadores no podrán acceder a él nuevamente. Si se cae la conexión a internet ¿Cómo vas a ver la película que estabas esperando con tantas ansias? Si tu dispositivo de lectura se estropea te quedas sin leer el próximo capitulo, y debes esperar a repararlo.

La principal reflexión que quiero hacer es acerca de la dependencia creada por las empresas, y en las que los usuarios tenemos una responsabilidad directa. El formato físico está siendo desplazado por las nuevas opciones, lo que a la larga hace que los usuarios se ven obligados a adquirir las suscripciones, pues de lo contrario no podrán acceder a aquello que quieren ver o utilizar. Se nos vende la modernidad, la facilidad de las actualizaciones de catálogo o soporte, y generalmente no se nos dice si la alternativa «clásica» seguirá existiendo; y compramos esta novedad casi sin cuestionarlo.

¿Por qué no puede subsistir un servicio que tenga tal nivel de calidad que, pudiendo acceder a la versión física o individual, el usuario elija la opción de llegar a la digital? La primera respuesta que se me viene a la mente es que cuando amarras al cliente a un bucle, tus ganancias nunca van a disminuir.

¿Hay otros temas que quisieras agregar? Comenta aquí y puedo hacer otro post acerca de ellos.

Nos leemos nuevamente en un post de opinión freak, porque lo que pensamos de este mundo nos hace parte de él.

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