No fue para nadie indiferente el éxito rotundo de Joaquín Phoenix interpretando a un personaje catalogado como uno de los más difíciles de recrear.
La perfección que busca el público en la representación de sus personajes favoritos es una presión enorme tanto para la productora, el actor y por qué no, para lo que se quiere trasmitir.

Hace unos días, emergió la declaración de Ben Affleck, afirmando que su rol como Batman no pudo seguir por la presión que significó para el transformarse en Bruce Wayne y el inminente miedo a caer en el alcoholismo y drogas. En sí, cuando la verosimilitud de la interpretación es más real de lo que pensamos.
Quienes leemos y seguimos el mundo del cine, cómic o libros, estamos frecuentemente inmersos en temáticas oscuras, dolorosas y humanas que intentan los escritores y creadores de trasmitirnos: lo más lúgubre de esta sociedad. Desafortunadamente mucho de estos personajes son reales en nuestro día a día. Esa gente solitaria, misteriosa, llena de historia cruda que vemos pasar a nuestro lado y que, por miedo, atendemos a cruzar la vereda: los rezagados.

Todo personaje catalogado como psicópata, loco o derechamente desquiciado, posee una historia previa que arraiga este dolor, este manifiesto de existir tan disfuncionalmente a los demás.
Por ejemplo, Travis Bickle (Robert De Niro) en Taxi Driver. Un hombre asqueado con lo que ocurre en New York en ese momento: drogas, prostitución, abuso, basura. Su necesidad de erradicar esa incomodidad, aplastar esa soledad y sentirse “distinto”.
En el mundo del cómic (fuerte aspiración del cine) Joker es un gran representante de esto que hablamos:
En “The Killing Joke” nos adentramos a su vida personal y familiar y en cómo la ausencia de dinero desencadena dolores y cicatrices no sanadas, que terminan con la creación de un payaso con la necesidad de divertirse entre tanta inmundicia que le rodea y que el mismo se siente.
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Muchos comentarios se dieron tras el estreno de Joker. Algo había cambiado en el público. Algo de empatía se sentía.
Y es que así fue. Conocimos la dolorosa infancia de Arthur con secretos que fueron tapados con medicamentos, con abusos que se suplieron por horas médicas inhumanas, por golpes que nadie pudo sanar y que fueron sumando a una adultez que ya se vio a tope.
Joker nos muestra la otra cara de la moneda, nos hace ponernos en el zapato del otro y significativamente cambiará la dirección de roles psicopáticos en el cine a nivel mundial.
Más importante aún, el querer repercutir en nuestra realidad.

Lo que vivió Joker puede ser perfectamente lo que vive hoy en día alguien en algún lugar de esta gran ciudad; abandono, abuso, carencia afectiva, mala gestión en salud mental, etc.
Joe, protagonista de la serie You, con una infancia llena de violencia doméstica con una cruda imagen del rol masculino y femenino que repercute en su necesidad de llenar ese vacío de una forma muy ambigua en su presente.
Alex Delarge, de La Naranja Mecánica, viviendo con padres que no imponen la conversación y resguardo familiar atendiendo a su hijo, lo que desenfrena la necesidad de “sentirse vivo” de un joven que no conoce el pudor.
Light Yagami, del anime “Death Note”, con una dicotomía “normal” hasta la llegada del cuaderno negro, pero que si bien, su sed de poder se apodera finalmente de su percepción de las cosas, transformándose en un joven con doble vida, en donde nadie pudo lidiar frente a eso, ni siquiera L.

Y así, en diversas aristas del arte y su manifiesto, podemos ver esta representación de esa realidad que con o sin intención desconocemos, a esa realidad que decidimos muchas veces ignorar, a ese pasado que no es justificación de los actos, pero si un gran factor en el actuar y que muchos deciden olvidar, así como también la sociedad los ha ignorado a ellos.
Con esto, quiero direccionar mi impaciencia por tener más personajes de esta índole, pero con historia. Quisiera no solo que nos quedáramos con el hecho sin olvidar el pasado.
Repercutir en generaciones más empáticas, conscientes y cuidadosas tanto de sí mismo, como quien está a su lado y que, de alguna u otra forma, haga que el cine, la literatura o el cómic, no solo disponga de nuestra imaginación o entretención, sino que también marque un antes y un después en uno, de una forma que logre entender la diversidad de realidades y por, sobre todo, de sentir.

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