Hoy más que nunca, aquello de que “lo bueno viene en frasco chico” queda completamente desmentido. Con una duración de cuatro horas y dos minutos “Zack Snyder’s Justice League”, es sin duda una de las grandes películas de super héroes de la historia. Tras años de espera, los millones de fans alrededor del mundo pueden sentirse aliviados y satisfechos, porque la Liga está aquí y (esperamos) llegaron para quedarse.
Redundar en cuáles fueron los hechos que resultaron en el estreno de esta película está de más. Sin embargo, sí es necesario mencionar solo dos cosas. Una, que sin el movimiento #ReleaseTheSnyderCut, este proyecto jamás habría visto la luz. En segundo lugar, esta cinta se siente como una película completamente diferente a la que se estrenó en cines en 2017. Si bien ambas tramas apuntan a ratos en una misma dirección, hoy por fin entendemos que el plan original de Zack Snyder era mucho más ambicioso, por decir lo menos.


Esto queda en evidencia desde la primera hora del filme. Es un proyecto especial, cuyo relato se toma su tiempo para explicar detenidamente al espectador una serie de cosas: qué sucedió antes, cuál es el contexto actual y quienes son nuestros protagonistas. Sin embargo, la película no se arrastra ni se vuelve tediosa en ningún momento. Es más, todo lo que sucede hacia el final se percibe como un premio a la paciencia (no son cuatro horas, son más bien cuatro años de espera); como si nos hubiésemos ganado cada cosa que vemos en pantalla.
Por lo anterior se desprende algo que a estas alturas es evidente: que es una película hecha con mucho cariño. Obviando la aburrida discusión de qué tan cercanos son estos filmes a los cómics que los inspiraron, se nota desde el inicio que esta en particular, desborda amor por todas partes. No es solamente un “aquí tienen aquello que no pudieron ver” sino más bien lo que el director sintió que el público merecía ver.


Visualmente, “Justice League” es muy, muy Zack Snyder. Y no hay ningún problema con eso. Aquí hay una buena cantidad de tomas en cámara lenta, sin caer en lo excesivo, además de sus clásicos snap-zooms y una paleta de colores inconfundible. E insisto, está bien. Al fin y al cabo, este es su bebé; su proyecto más personal a la fecha y el que más trabajo le costó.
A ratos, eso sí, se hace notoria la presencia de escenas que son resultado de tomas nuevas o bien, recicladas de proyectos anteriores. También hay incongruencias muy mínimas en el nivel del CGI entre unas y otras, lo cual se entiende por temas de presupuesto y plazos. De cualquier forma, detenernos en detalles para tratar de minimizar la calidad de la película sería más que nada, una maña. Ninguno de ellos logra ser lo suficientemente relevante como para sacarnos de lo que estamos viendo: el debut en live-action de la mítica Liga de la Justicia, en gloria y majestad.
Esta vez la narrativa se siente redonda, pero no necesariamente completa. Con esto quiero decir que la existencia de esta versión de “Justice League” hace casi imperativa, la continuación de esta historia en más películas. Esta cinta es como esos platos de comida que saben tan pero tan bien, que te dejan con esa sensación de necesitar otro bocado más. Funciona en sí misma, pero es obvio que no es el relato completo y final.
A pesar de lo anterior, todos los miembros de la Liga de la Justicia tienen su momento de brillar en batalla y también en guion. Hay interacciones entre ellos que, a pesar de ser breves, cobran relevancia al final cuando este grupo de héroes desconocidos se transforma en un equipo hecho y derecho. Sin embargo (cuánta razón tenía Zack Snyder con esto) Ray Fisher como Cyborg es el corazón de la película.
El viaje de este personaje es un reflejo del desarrollo del equipo. A través de él observamos la inseguridad y la rabia de un ser humano que murió y fue “condenado” a renacer, para luego ver a un héroe que no solo logra identificar su rol en el grupo, sino que también su objetivo en mundo. Esto es quizás la diferencia más sustancial entre ambas versiones de la misma cinta.
A él hay que sumar el papel de Ezra Miller como Barry Allen/Flash. De ser el toque humorístico pasó a transformarse en otro héroe capaz de sacrificar prácticamente todo con tal de salvar el mundo. Aunque, por quién Miller es como actor, su gracia y simpatía no se fueron.
En cuanto al tono, la película se toma a sí misma mucho más en serio que otras del género. Si hubiera que compararla a otras cintas dirigidas por Snyder, está más cerca de “Man of Steel” que de “Batman v Superman”, porque es seria, pero no oscura. Ese cambio se agradece, porque juega a favor de su larga extensión, y hace que cuatro horas se pasen volando.


De Superman no hay mucho que ahondar sin caer en los spoilers. Se sabe que su presencia es limitada debido al final de “Batman v Superman”. Sin embargo, hay que decir que Henry Cavill ES el último hijo de Krypton. Me atrevería a decir que su papel, después de esto, quedará sentado en la misma mesa que un tal Hugh Jackman y Robert Downey Jr. Haberlo seleccionado a él para dar vida a Clark Kent es uno de los grandes aciertos del Universo Extendido de DC.


Respecto a los villanos… Que difícil decir algo, de nuevo, sin arruinar la película para quienes no la han visto. El nuevo diseño de Steppenwolf es una decisión que trasciende lo visual. Su look, su voz, su estatura y sus movimientos, todo hace que el villano se sienta realmente como lo que es, una amenaza para la vida en la Tierra. Su obsesión por lograr ser perdonado por Darkseid es lo que da completo sentido a sus acciones, dejando una vez más en claro que es solo una pequeña parte de una historia muchísimo más grande que él.
Y bueno, Darkseid. La némesis de la Liga de la Justicia en live-action está en esta película, y es una maravilla. Cuál es su rol, cuánto tiempo está en pantalla y cuáles son sus intenciones… Eso quedará en el tintero para una próxima reseña con spoilers. Pero es imposible negar que genera muchas cosas verlo por primera vez ahí, sediento de venganza.
Ser extenso y no contar demasiada información sobre “Zack Snyder’s Justice League” es una tarea difícil. En general, esta cinta son cuatro horas de fan-service merecido y entregado con profundo amor a quienes, a pura presión, lograron concretar este proyecto que según decían “no existía”. Pero sí, existe y es genial. Es la visión original de un director que siente mucho cariño por estos personajes. Si los entiende a cabalidad o no, eso es discusión para los eruditos de los cómics, y aquí no somos eso.
El mítico “Snyder Cut” es un viaje largo pero bello, y sin duda alguna, uno de los hitos más relevantes del cine de los últimos años. La invitación está hecha a sentarse a disfrutarla con tus propios ojos, pero siempre con corazón de niño o niña, eso hará la experiencia aún mejor. A los fans: respiren, descansen. Cuatro años después, se ha hecho “Justicia”.

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