Es difícil tomar la palabra y hablar sobre un juego que cada año tiene una nueva edición, ya que suele dar la impresión de ser el mismo plato con un nuevo nombre y un poco más de condimentos, pero ¿se logra notar el cambio?

Entre las diferencias más relevantes (dentro de lo sutiles que son) con la pasada edición de PES se encuentra una mejora en los elementos visuales, además de una más refinada experiencia en el campo. Es que son aquellas sutilezas las que hacen que sea una verdadera simulación de fútbol más allá de los contras que pude encontrar en la gran cantidad de partidas que jugué en mi PlayStation4.

Todo se articula en los pases. Es el fuerte de esta entrega en comparación a las demás, y es que el dinamismo acompañado de las animaciones mejoradas entrega un gran precisión en el juego. Casi como si los jugadores tuvieran vida propia, llegan a tener la inteligencia necesaria para identificar el pase necesario y el cuándo con respecto al contexto lo cual genera fluidez.

Los movimientos y la capacidad de respuesta al presionar cada botón lleva de forma casi inmediata a una jugada espectacular, no tanto de gol pero sí de construcción del partido; y es que la experiencia de dar pases se vuelve incluso más satisfactorio que llegar al arco. Esto se debe en parte a la física del balón, que ha sido rediseñado en esta oportunidad, dando naturalidad y autonomía lejana a ser un sticker pegada en la mano o pie del jugador.

Como todo gira entorno a la pelota, se notan carreras más inteligentes por parte de los futbolistas que mantienen esas peculiaridades que podemos ver en un partido real al sintonizar la televisión, si a eso sumamos la “fatiga visible”, nos vemos obligados a jugar un partido consciente.

El entrenamiento, como siempre, se muestra muy completo y desafiante, entregando las habilidades necesarias para tener un buen desempeño en la cancha.

Entre las cosas no tan favorables encontramos el criterio casi sin sentido de los árbitros o el adelanto de los comentaristas a jugadas, pero lejos el mayor de los problemas es el mismo que se ve en versiones anteriores, las licencias y asociaciones.

Si bien el problema anteriormente mencionado se va “solucionando” por medio de parches y esta vez consiguió más licencias que en las pasadas ocasiones como la Superliga Argentina, existen otros golpes importantes como la ausencia de Liga de Campeones o la Liga Europea.  

Los servidores se mostraron estables y sin problemas en el matchmaking. Mientras tanto, myClub se renueva gracias al cambio de interfaz y el desafío de crear un equipo perfecto sigue sonando tentador.

Entre las novedades se encuentra la actualización semanal de los “Jugadores Destacados”, aquellos futbolistas que tuvieron un gran desempeño en el mundo real traduciéndose en atributos dentro del juego.

Los fichajes se realizan en paquete de tres jugadores, teniendo la posibilidad de fichar a jugadores duplicados. Al tener 3 jugadores iguales, se da la opción de intercambiarlos por un jugador de la misma rareza. Todo lo anterior permite eventualmente llegar a tener de una manera más rápida el team soñado.

Las falencias se sienten más de lo que se desearía, y su excelente jugabilidad acompañada de buena música no parece ser suficiente para equilibrar los duros golpes en términos de licencia. Solo queda esperar una reinvención significativa por parte de Konami para no quedar atrás en la lista de simuladores.

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