Me declaro fanática de Disney desde que vi mi primera película en VHS: El Jorobado de Notre Dame (1996) siendo Esmeralda el personaje que más llamó mi atención, su determinación, su lucha social, personal y sus sueños. Inspiradora.
A medida que Disney comenzaba a crecer en la industria cinematográfica especialmente con Pixar en los años 90, comencé a crecer yo también como espectadora, abarcando prácticamente a toda mi infancia con la infaltable película Disney Pixar.
Adoraba pasar tardes y tardes con mis padres y mi prima viendo La Bella Durmiente (1959), Blanca Nieves (1937), La Bella y la Bestia (1991), La Sirenita (1989), etc. Esta idea de estar en una aventura peligrosa en donde eres el centro del todo y por supuesto, un hermoso príncipe te salvaba, por años se convirtió en mi concepto de amor o incluso ideales de vida.
Es esto lo que resulta interesante de analizar, ahora que la infancia es solo un recuerdo. Es inevitable volver a retomar esas películas ya sea por lo “clásico” que son o bien porque mi prima pequeña las retomó. Las mujeres por años han sido vistas como débiles, delicadas, sumisas y por ende, ajustable al patrón de “damisela en peligro” y esto también se transmite culturalmente por repetición, como ejemplo concreto, las niñas que añoran un amor idealizado y por supuesto, con un final feliz.


Cabe señalar el año en que las primeras películas Disney fueron pensadas, dibujadas y exhibidas, fueron sumamente difíciles para las mujeres en su lucha por el voto, derechos civiles, laborales y sociales. El concepto de lo que significaba ser mujer en los años 20, 30 o 40 eran totalmente distintos a las décadas que le siguen, aunque en muchos casos, las falencias seguían existiendo, pero desde distintos puntos de vista. La realidad histórica, antropológica y de pensamiento no es solo tema para hablar en universidades, seminarios o libros extensos, esto se ve también en realidades tan cercanas como lo que pueda ocurrir en tu hogar.
La vida fuera de los dibujos animados puede ser muy dura, muy distinta y lamentablemente no para todas las niñas y niños tiene esta misma historia llena de amor y flores. La infancia y el crecimiento es la base y sustento de quienes seremos finalmente al ser mayores y aunque suene quizás exagerado, son estas costumbres o hábitos socialmente establecidos los que realmente nos conforman como los adultos que seremos al crecer, complementándose de esta forma con los mensajes ocultos y en otros casos explícitos que Disney ha entregado del concepto de mujer: el paradigma de la damisela en peligro.
Blanca Nieves comete un error por ingenua y un príncipe la salva, Aurora por curiosa paga un hechizo que casi la mata, pero el príncipe nuevamente va al rescate, Ariel solo quería crear su propio destino, pero terminó por ser atacada por la envidia y sed de poder. tranquila Ariel, tu príncipe ya va en camino. Así se repiten los mismos patrones: princesa con motivaciones y sueños interrumpidos por un factor X, que gracias a un fornido, bello y maravilloso príncipe, todo vuelve a la normalidad.
“Y vivieron felices para siempre” … Un momento, ¿Y los sueños? ¿y la autonomía? ¿si todo me sale mal solo debo esperar a que alguien me ayude? Totalmente fuera de contexto a lo que niños y niñas se enfrentarán en un futuro cercano.
Repito, soy fanática a más no poder de las princesas Disney, pero esto es sumamente dañino tanto para niñas como para niños. Las mujeres deben necesitar ayuda externa para surgir y los hombres tienen la responsabilidad de hacerlo, ¿no será mucha carga?


Con el paso de los años Disney se fue adaptando a los cambios sociales y mundiales en cuanto a demandas feministas y culturales. Mulan (1998) fue determinada, llena de convicciones personales para cuidar a su familia, engañando a militares para lograr ir a la guerra, Jane (Tarzán 1999) se adentró en la selva para aplicar sus grandes conocimientos universitarios, encontró el amor y se encontró a sí misma, Tiana (La princesa y el Sapo 2009) juntó peso a peso el dinero necesario para poder tener su restaurante y hacer feliz a su madre, Mérida (Valiente 2012) se negó a contraer matrimonio y en su lugar se burló de estas normas logrando su propia independencia y un lazo inquebrantable con su madre. No pueden negar el tremendo cambio en cuanto al concepto de “princesa” que Disney quiso adoptar en estas recientes películas. Para qué hablar de Frozen (2013), en donde el amor entre hermanas fue el protagonista. Los cambios son palpables tanto en las tramas, en las personalidades de los personajes, canciones, etc., y estos se ven reflejados en los gustos de niñas y niños, en sus conceptos, motivaciones e ideales sociales. Personalmente me conmovió mucho el cariño entre Ana y Elsa, me vi a mí y a mi hermana en esa película, lo que me incentivo a retomar mi lazo con ella.
Disney está constantemente cambiando y de manera favorable. Los conceptos y temáticas globales que están en la palestra también cambian y abren a nuevas oportunidades, viéndose esto reflejado en sus filmografías, por ejemplo, existen grandes y potentes rumores de que Elsa (Frozen) será efectivamente la primera princesa Disney lesbiana. Realmente es memorable este quizás pequeño paso para Disney, pero un gran paso para nuestra tan carente sociedad, entregando una lección de amor, diversidad y empatía.


Hoy en día vemos a niñas y niños siendo más abiertos a los nuevos conceptos sociales que se han ido inculcando en nuestra sociedad, es por eso sumamente importante que tanto los mensajes que sus padres y la escuela le entreguen se vean completados por en este caso, la diversión que puedan tener.
Cuando somos pequeños nos inspiramos por artistas, dibujos animados o nuestros padres. La televisión es parte de la idiosincrasia chilena desde los años 70 y los mensajes que esta entrega lo queramos o no, forman ideales, forman personalidades y conceptos de sociedad. Es un tema delicado y que no escapa de la realidad de muchos de nosotros.
La diversión e inspiración puede estar de la mano de errados conceptos de quienes podemos ser cuando adultos, cuando el polvo de hada ya no sirve o si perdemos un zapato sabiendo que este no volverá mágicamente a nuestras manos.

Enseñarle a nuestras niñas y niños que no deben cumplir necesariamente con un patrón socialmente establecido y que esto sea apoyado por sus dibujos animados preferidos es un mensaje potente y enriquecedor de que estamos en una comunidad que día a día crece, que nuestras preocupaciones de si mi hija será delicada como una flor o si mi hijo será un valiente guerrero pueden estar saldadas a que cada uno de ellos se formará de manera independiente según sus gustos e inspiraciones, y que estas no están manipuladas por pensamientos anticuados y que poco y nada aportan a la tan linda infancia.
Te invito a comentar cuál es tu princesa Disney favorita y porqué y también a hablar de esto en tu próxima comida familiar, con tus hermanos pequeños y por supuesto a dejar tus comentarios respecto a este tan importante y polémico tema.
Espero que todos tus sueños y anhelos se cumplan… ¡Bibidi, Babidi, Bu!

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