«A veces las personas son esclavas de sentimientos equivocados»

En la novela «Sábado, domingo» el protagonista arrastra una culpa por muchos años, y esto me hizo pensar en cómo es que la culpa es un elemento tan importante en nuestra sociedad.

Por definición, culpa es un sentimiento de incomodidad o angustia por haber hecho algo contrario a los preceptos morales de la persona, aunque también puede aparecer de forma previa, como anticipación a los hechos.

Esta opresiva sensación puede venir desde distintos orígenes y en general es difícil de enfrentar en sus casos más graves; por ejemplo, las personas que viven sometidas a los parámetros de una religión pueden verse afectadas, ya que las enseñanzas de esta suelen venir acompañadas de terribles castigos divinos para los pecadores. Por otro lado, hay quienes hacen toda su vida, desde qué carrera estudian hasta qué deciden para su futuro de acuerdo con la esperanza o deseos de sus padres. En estos casos, los sentimientos al respecto son muy poderosos, ya que se internalizan desde la primera edad, o están enlazados con el amor y la fe, emociones de las que es mucho más difícil separarse para comprender los perjuicios ocasionados.

Pero la culpa no solo tiene que ver con hechos aprendidos a lo largo de los años; también tiene relación con lo que nosotros tenemos en mente como conceptos de bien y mal.

Cuando sabemos que no deberíamos gastar en algo porque no estamos en condiciones o ese gasto es absurdo, o por salir una noche antes de ir al trabajo o la universidad, lo que se siente es un anticipo de la culpa porque de acuerdo a nuestros conceptos sabemos que algo no está bien y el cerebro procesa esto generando la misma sensación que se tendría después, pero antes.

A nivel social la sensación o proyección de culpa puede ser tanto un factor positivo como negativo para los individuos; en general, el temor ligero a ser condenado por una falta de educación hace que las personas funcionen aproximadamente en buena comunidad, pero la proyección resulta muy perjudicial. En términos sencillos, la proyección traslada la culpa a la víctima de un suceso, cuando este es reflejo de los males de nuestra sociedad;  si se produce un incendio en un barrio pobre, muchos dirán que es porque no tuvieron precauciones antes de preocuparse por ellos, o si hay un atropello, varios cuestionarán lo hecho por el peatón antes que por el conductor ¿Por qué? Porque trasladar esa culpa al más débil permite que la ilusión de sociedad que tenemos se mantenga; un mundo en donde un peatón es descuidado y se atraviesa en el camino de un vehículo suena mucho más seguro que uno en donde los conductores atropellan personas en cualquier momento. También los conceptos religiosos o morales influyen en generar este fenómeno, y por desgracia lo hemos visto mucho en tiempos recientes, por parte de quienes culpan a víctimas de abusos sexuales de haber provocado esa situación.

Todo esto me lleva a plantear una reflexión: un sentimiento descontrolado o mal manejado es siempre perjudicial para nosotros; no se trata de no tener conexión con la realidad y simplemente hacer cualquier cosa, y tampoco de vivir encadenados a dogmas rígidos que nos controlen, sino tener la capacidad de comprender la inmensa escala de grises de este mundo, y saber actuar con justicia y claridad.

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Nos leemos.

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