«Dioses, nunca más»

Esta revisión incluye detalles de la historia y comprende del número 11 y 12 de Atomika.

El cielo se tiñó de rojo y metal, y la humanidad vio llegar el fin de todo lo que conoció. El fin con dolor y desgarro, el cielo destrozándose.

La historia

En el número anterior, Atomika decidió por fin terminar con Arohnir. Pero sabe que lo que es y lo que ha hecho pesa demasiado.

Por supuesto, el maligno y megalómano humano ha estado planeando mientras todos los hechos suceden, y supo que en algún momento tendría que enfrentarse al poder de un dios es por esto que la venida divina no lo sorprende, y de hecho, la está ansiando.

Para este momento, luego de décadas de manipulación y control de los multitudes, Arohnir tiene todo bajo su control; organiza un comité de bienvenida, con miles de soldados fieles a él, mujeres y hombres que pretenden defender a la madre Rusia de una amenaza que el propio dirigente creó. Los vehículos y armas más poderosos del mundo están a disposición, y eso pone al dios en una nueva encrucijada.

Si no actúa, Arohnir no se detendrá hasta la última consecuencia, y si lo hace, Atomika tendrá que matar a sus seguidores, aunque pretende salvar a la humanidad.

Así empieza el Armagedón.

Sin más opción, Atomika hace lo que debe, y pretende enfrentar a Arohnir antes que sigan muriendo millones; pero el dictador no se ha conformado con las fuerzas armadas, y tiene listo al propio Chernobyl, sobre quien ha realizado un lavado mental total; le obedece por completo y ahora tiene la orden de luchar.

Atomika hace lo posible por dialogar con su hijo y hacer que entienda que no va a conseguir buenas consecuencias apoyando a Arohnir, pero todo es inútil; la única vía posible es pelear, y aunque está en desventaja de nivel de poder, su experiencia es superior y termina por imponerse. En el final ve un destello en los ojos de Chernobyl y siente que hay un agradecimiento, que en el último momento dejó que las cosas sucedieran de ese modo porque recordó el verdadero lazo con su padre.

Pero no hay tiempo para las lamentaciones, porque Arohnir no está dispuesto a darse por vencido y pone en práctica su último plan. Durante todos estos años, ha preparado un mecanismo que le permite absorber la energía mística de todos los dioses con los que Atomika ha peleado. El megalómano gobernante siempre contempló la posibilidad de no ser obedecido, y por eso pretende convertirse a sí mismo en un dios. La batalla que se desarrolla a continuación es terrible, y nuevamente la humanidad ve cómo su población es diezmada, pero en esta ocasión las cosas son diferentes; pese al poder que ha adquirido Arohnir, sigue sin ser un ente divino, y esto permite que Atomika lo elimine de una vez por todas.

Pero Atomika no solo ha derrotado a este villano, también ha visto lo que estas décadas le han hecho a la humanidad; destrucción, sangre y miseria, y una larga adoración por miedo a seres todopoderosos, que a la larga no trajo beneficios.

Con todo esto como legado, Atomika toma la única decisión que le queda: marcharse, dejar al planeta y a la humanidad sanar sus heridas por sí mismas. Dejar que descubran su futuro y construyan aquello que les esperará en el horizonte; los dioses ya no son necesarios, y cuando al fin los humanos los olviden, podrán seguir su ciclo de vida y muerte, incluso de guerra y par, pero por mérito propio.

Equipo creativo

Creación:        Sal Abbinanti

Argumento:     Andrew Dabb

Arte:                Sal Abbinanti

Color:              Christina Strain – Beth Sotelo

Letra:              Dave Sharpe

Con la participación de Chris Eliopoulos.

Este final está cargado de emotividad y significado, y agradezco la existencia de material como este; ha sido un camino largo, y que demuestra que una serie de corte independiente puede sostenerse sin necesidad de caer en los arquetipos de batallas con diez mil personajes o hacer crossovers. A los editoriales grandes, tan obsesionadas con los eventos y estar re estructurando sus universos constantemente, les falta mirar al trabajo independiente, y entender que el público se cansa de los latiguillos, las escenas imponentes sin profundidad y los cambios o muertes solo para sorprender.

Atomika es un trabajo que se arriesga a presentar una historia que habla de mitología, guerra, totalitarismo, la fe errada, la esclavitud y la pérdida de la humanidad en muchos niveles, sin pretender tener la verdad pero tomando una postura crítica de la sociedad en la que estamos y cuestionando valores como la fe, la religiosidad y la responsabilidad paternal. A nivel argumental es una metáfora a nuestro mundo y la facilidad con que la sociedad construye ídolos, y dentro de su propio lore es capaz de mezclar su propia historia con elementos reales de forma orgánica, llevando a una conclusión razonable.

A nivel estético, juega de forma constante con el atrevimiento, alejándose de lo convencional; no busca ser como otras historias, pero tampoco se muestra a sí misma como una roca inmutable. El hecho de mostrar deidades permite jugar con los trazos, evolucionando las formas continuamente; hay un magnífico nivel de detalle, el equilibrio de color es alucinante y ayuda a contextualizar las dimensiones de lo que se está contando. Escenas como los espejos flotantes o las fortalezas en las nubes son para imprimirlas en gigante y pegarlas en la pared, mientras que ciertos escenarios oscuros y tétricos no escatiman en detalles para mostrar la incomodidad que la historia está detallando.

Ha sido un gusto conocer y presentar esta historia, y espero que pronto nos encontremos en la revisión de otra joya de los cómics.

Recuerda que estoy disponible para preguntas y comentarios, y como siempre, compartir y dar Me gusta ayuda a seguir creando contenido como este para la sección.

 

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